-Vale, mamá. Os llamaré por la
tarde. Acabo de llegar a casa. Sí, Valeria y Javier están conmigo. Vale, vuelvo
el lunes a casa. Os quiero.
Elva colgó el teléfono y fijó los
ojos en el hombre rubio que estaba a diez metros de ella. Respiró hondo y
acortó la distancia.
-Buenos días, señor Masannek-dijo
aguantando la respiración.
-¡Elva! Mi escritora favorita. Un
placer conocerte al fin-dijo él con una gran sonrisa.
-Puedo decir yo lo mismo de
usted-respondió ella relajando el cuerpo. Recibió un abrazo de Joachim y luego
se pusieron a caminar por Central Park.
-Estos son mis amigos, Valeria y
Javier, señor Masannek-dijo Elva.
-Encantado-dijo él. Valeria y
Javier le correspondieron-Mi hijo, Marlon, está llegando. No tardará.
Elva cruzó una mirada con
Valeria, la cual comenzó a ponerse roja. Al fin iba a conocer a su amor
platónico.
-Bien, Elva. Hace un par de meses
comencé a hablar con Uwe Ochsenknecht sobre una posible “vuelta” de las fieras.
Estábamos tan emocionados que en menos de un mes terminamos el guión, y nos
dedicamos a hacer un casting por toda Alemania para el equipo rival de las
Fieras y el resto de personajes. Pero nos faltaba una de las más importantes,
una de las protagonistas, Selina. Y hace unas semanas me llegó tu libro, y lo
leí, y me encantó. Te busqué por todas partes y, cuando te vi, supe que serías
Selina. Y solo me queda ofrecerte el contrato para la película, cuatro meses de
rodaje en Suecia, obviamente todo pagado, el seguro incluido. Lo único que necesito
es que aceptes tú y que tus padres te den permiso.
Elva se quedó callada. Tenía que
decir que sí, tenía que aceptarlo, pero se había quedado sin palabras. Valeria
se adelantó.
-Elva quiere decir que sí, señor.
Es que está un poco...
-En shock, si me permite la
expresión-acabó Javier. Elva pareció despertar de su ensueño cuando unas
pisadas por detrás los hicieron girarse.
-¡Marlon! ¡Hijo! Me alegro de que
hayas llegado bien.
La verdad era que Marlon no se
parecía en nada al Maxi que había interpretado hacía ya tantos años en las
Fieras. Era mucho más alto, más rubio, y más guapo, si eso era posible. Elva
miró a Valeria, la cual estaba sin respiración. Dejó escapar una risita y
saludó a Marlon. Después de presentarle a sus amigos, se giró para hablar con
Joachim y dejar a los otros tres hablando. Más bien, a Marlon y a Javier
hablando, ya que Valeria estaba demasiado en su mundo.
-Señor Masannek...
-Elva, por favor. Llámame
Joachim.
-Vale, Joachim-dijo ella
asintiendo-. La verdad es que sería un honor aceptar ese papel. Siempre he sido
fan de sus... tus películas, pero no sé actuar.
-Oh, sí que sabes. Un famoso
siempre sabe actuar, sea cual sea la situación. No es tan difícil. Lo único
sería que probablemente tendríamos que buscar un doblaje...
-Puedo aprenderme los papeles en
alemán. Llevo tres años estudiando. No será fácil, pero..
-Eso sería perfecto, Elva. Vamos
a hacer una cosa. El único problema en que tú y yo tengamos un trato son tus
padres, ¿verdad?
Elva asintió.
-¿Pues qué te parece si os hago
una visita dentro de unos días, cuando tú estés en casa, y hacemos como si esto
nunca hubiera pasado?
Elva echó una mirada hacia sus
amigos, ya animados en una conversación, y se volvió para mirar a Joachim en
los ojos. Le cogió la mano y se la estrechó.
-Tenemos un trato, Joachim.
El Starbucks estaba en silencio
hasta que abrieron la puerta. El pequeño grupo había escogido a propósito uno
tranquilo en las afueras para poder hablar tranquilamente. Pidieron cada uno
sus bebidas y se sentaron en una mesa.
-Chicos, si vais a hablar de
fútbol, no quiero oírlo-dijo Valeria antes de que nadie pudiera abrir la boca
siquiera.
-Lo que la señorita
desee-respondió Javier. Se giró en su silla, Marlon lo imitó y comenzaron a
hablar en un inteligible alemán sobre algo cuya única palabra que sonaba
familiar era “Fußall”. Valeria rodó los ojos y me dirigió a Elva.
-Dios, te odio. Lo consigues
todo. Eres perfecta.
Ella rió. Estaba acostumbrada al
odio de Valeria, a juzgar por su mirada. No contestó, si no que intentó captar
algunas de las palabras de Marlon y Javi.
-Elva. ¡Elva! Tierra llamando a
Elva. Vuelve a tu planeta, cielo.
-Lo siento, Vale. Sabes que me
encanta el alemán. Nunca había oído a Javi hablándolo tan...
-¿Emocionado? Pobre.
-¡Oye! Que esté hablando en
alemán no significa que me haya olvidado del español, preciosas-respondió
Javier de pronto. Marlon lo miró sin comprender, pero pronto estuvieron los
cuatro riendo.
-Voy al baño-dijo Elva. Se
levantó, interrumpiendo la tranquilidad del sitio, y se alejó hasta la puerta
que tenía dibujados a un hombre y a una mujer. Empujó la puerta y desapareció
detrás de ella.
-Vale, escuchadme. Tú Marlon, necesitamos tu ayuda. El mes que viene es el cumpleaños de Elva, que coincide con el día en el que llegaríamos a sitio de rodaje, si todo sale como está planeado. Pero a parte de eso, queremos planear otra sorpresa. ¿Podrás ayudarnos?-explicó Javier.
Marlon los miró inquisitivos,
pero después, accedió.
-Bien, ¿de qué se trata?
Era un placer caminar por un
aeropuerto sin maletas, simplemente disfrutando del ambiente del JFK, buscando
la puerta de embarque al vuelo de Madrid, con un café en la mano y el periódico
en la otra. Era una de las ventajas de volar de noche, te daban comida cada dos
por tres ya que seguían los horarios de ambas ciudades.
-Javier-dijo Valeria de repente.
-¿Qué?
-¿Ves esa máquina de ahí?
-Sí...
-Bien. Vete a comprarme una
botella de agua.
-Tendrás cara. Levanta tu gran
trasero de la silla y muévelo hasta allí, son diez metros, Valeria. No te
quejes.
Valeria resopló y Elva sonrió.
-Pero vaya amigo que tenemos,
Elva. De verdad. ¿Quién nos manda traerlo de viaje con nosotras? Das asco,
Javierito-dijo sacándole la lengua. Él se la devolvió.
-Sois peores que un
matrimonio-resopló Elva, levantándose y sacando un dólar del bolsillo. Caminó
lentamente hasta la máquina, bostezando, y sacó una botella de agua. Volvió a
su sitio y se fijó en la cara de aprobación de Valeria. Quitó el tapón con los
dientes y vació la botella de un trago, tirándola a la basura más cercana con
un tiro digno de la NBA.
-¡EH! ¡Yo quería beber!-gritó
Valeria.
-Pues levantas tu gran trasero de
la silla y lo mueves hasta allí, Vale. No es muy difícil- contestó Elva
reprimiendo la risa.
-Te odio-replicó Valeria-. Os
odio.
“Aviso a los pasajeros con destino: Madrid, del vuelo IB28389, con
salida a las 00:15. El avión tendrá una hora de adelanto debido a problemas
meteorológicos, por lo que les rogamos que se dirijan ya a la puerta G6 y
procedan al embarque”.
Los tres se miraron, dijeron un “mierda”
colectivo, y corrieron por todo el aeropuerto buscando la puerta correcta. Al
final, cuando llegaron y ya se metieron en el túnel que los llevaría al avión,
echaron un último vistazo a Nueva York.
-Me encanta ver amanecer desde
aquí- dijo Javier de repente.
-¿Pero tú que eres, tonto, o qué?
¿No ves que son las once de la noche?
-Déjalo, Valeria. A Javier solo
le gustan dos cosas. La comida, y hacerte rabiar. Así que déjalo, por el amor
de Dios-dijo Elva entre risas- ¿Verdad, Javi? ¿Verdad que solo son esas dos
cosas las que te gustan?
Valeria pasó por alto la sonrisa
sonrojada de su amigo, pero Elva no. Lo cuestionó con los ojos, pero este los
apartó y volvió a dirigirlos a la ventana. Hacía frío fuera, y el cristal
estaba empañado. Valeria era la primera en la fila, así que pasó antes que Elva
y Javier. Elva se giró un momento para decirle a Javier que ya entraban, pero
vio lo que había escrito su amigo en la ventana: “Adiós, NueVa York”, con la V
remarcada.