miércoles, 11 de septiembre de 2013

3. München



N/A: De ahora en adelante, se indicará quién narra la parte del capítulo con su nombre en cursiva. Espero que os guste e intentaré actualizar más seguido a partir de ahora :)

Elva Valles

No podía creerme que mis padres hubieran dicho que sí. Aunque mi madre se hubiera empeñado en venir conmigo en el viaje, me daba igual.
Estaba en el avión Madrid-Múnich, sentada en una fila con mi madre y Javi, y Valeria se había sentado en la de detrás con Joachim y Marlon, alegando que Marlon le estaba “enseñando alemán”. Mi madre había quedado rendida al entrar por la puerta, pero yo me dispuse a hablar con Javi. Tenía algo que decirle.
-Y entonces se puso delante del otro, le pegó una patada al balón, y chaval, salió despedido, el portero se quedó flipando, ni siquiera se movió de donde estaba y...
Solo entonces me di cuenta de que me estaba hablando.
-Javi-le interrumpí. Él se calló y me miró, acercándose hasta quedar muy cerca de mí. Tomé aire y la pregunta salió de mi boca sin pensar.- ¿Desde cuando te gusta Valeria?
Él me miró, incrédulo, con los ojos muy abiertos, y se separó de mí. Se irguió en su asiento y no habló hasta pasados unos segundos.
-¿Tanto se me nota?-preguntó, y se echó a reír. Yo lo seguí.
-En serio. Dudo que ella se haya dado cuenta, Javi, pero yo sí.
-Me conoces mejor que yo mismo.-replicó él, cogiéndome de la mano.
-Ahora de verdad, Javi. ¿Desde cuando?-pregunté de nuevo. Él se lo pensó.
-Supongo que desde siempre. Pero me di cuenta solo hace unos meses.
Recibió un golpe con la revista que estaba en el bolsillo del asiento de delante de mí.
-¿Y no me lo contaste?-dije, fingiendo indignación.
-Me parecía contraproducente.- otro golpe que hizo que mi madre se revolviera en su asiento. Después, nuestras risas hizo que finalmente se despertara y nos mirara con mala cara para después ponerse los auriculares y cerrar los ojos de nuevo.
-¿Y ella qué?-me preguntó Javi.
-No lo sé. Ya sabes como es Valeria. El único chico del que me ha admitido estar enamorada fue Marlon Wessel.
Javi echó un vistazo a los asientos de detrás, donde los tres ocupantes charlaban animadamente, aunque no en alemán. Volvió la vista al frente y resopló.

Valeria Vailati

Marlon había cambiado desde la última película de las Fieras. La había visto tantas veces con Elva que me había aprendido sus rasgos de memoria, pero ahora estaba más alto aún, más delgado, y más moreno. Llevaba el pelo muy corto y tenía un tatuaje en el brazo. Y estaba a escasos centímetros de mí. Lo podía tocar si quisiera. ¡Lo podía tocar! Calma Valeria, ya me estaba sobresaltando. Llevaba tres minutos hablándome de los rodajes cuando me di cuenta de que no había escuchado ni una palabra. Era mi amor platónico, el amor de mi infancia. Y no me podía creer que estuviera allí.
-Valeria-me dijo de repente, devolviéndome a la realidad. Lo miré con una sonrisa.- Te estaba diciendo que si has estado alguna vez en Alemania.
--le respondí.-Mi padre tiene familia en Alemania. Bueno, mi madre es italiana y mi padre alemán, pero siempre vivimos en España.
-¿Has visitado alguna vez Starnberg?-me preguntó, devolviéndome la sonrisa. No tenía una sonrisa de anuncio, pero sus ojos sonreían más aún que sus labios. En los pocos días que habíamos pasado juntos, en Nueva York, en Oviedo, y en Madrid, a cada día me gustaba más que el anterior. Me di cuenta de que eran de un color muy parecido al de Javi, aquellos ojos en los que me había perdido tantas veces... Era irónico que el chico que me gustaba tuviera los mismos ojos que mi amor platónico.
-No-le respondí cuando volví a ser consciente de mí misma. Podía ver a Javi y a Elva hablando delante de mí, pero no se oía nada de lo que decían. Había una razón por la que no le había dicho nunca nada de eso a mi mejor amiga, y era que yo creía que Javier estaba enamorado de ella. Aunque aquello había cambiado hacía unos meses, cuando él había empezado a pasar más tiempo conmigo que con ella. Ahí me di cuenta de que lo quería mucho, pero como amigo y nada más. Y dudaba que él pensara algo más de mí.- ¿Por qué?
-Porque ahí es a donde vamos-me respondió Joachim en vez de Marlon. Volví la vista hacia él. – Es precioso. Os va a encantar- añadió guiñándome un ojo.

Elva Valles

Miré por la ventanilla hasta el momento que aterrizamos. Después, salí corriendo, arrastrando a mi madre y a Javi por el pasillo hasta salir del avión. Nos seguían Joachim, Valeria y Marlon. Tenía unas ganas de llegar a la sala de espera... Por coger mi maleta, claro. No porque Leon Wessel estuviera esperándonos al otro lado. Para nada.
Vi la sonrisa que tenía Valeria pintada en la cara mientras hablaba con Marlon y no podía augurar nada bueno. Al menos para Javi. Recorrimos entre gritos y risas los pasillos del aeropuerto de Múnich hasta llegar a las cintas de las maletas tarde porque varias personas nos reconocieron a mí, a Joachim y a Marlon. Afortunadamente, las maletas no eran grandes, pues ya compraríamos allí cosas, y no habían sufrido ningún daño.
-Vamos al baño, El.-me dijo Valeria. Le eché una mirada de reproche.- ¿Qué?
-Que tu ya hayas conocido a tu príncipe azul no significa que yo haya conocido al mío-señalé las puertas correderas y opacas que había al otro lado de la sala-. Tras esas puertas está el mío.
-Y... no puedes esperar. Vale, pero si te meas encima de la emoción, no es mi culpa.-le di un beso en la mejilla y fui a reunirme con el resto mientras Valeria corría a los baños. Cuando me di cuenta de que debería ir a mirarme al espejo, ya estábamos a cinco metros de la puerta y se acababa de abrir para dejarnos pasar. Al otro lado había una gran cristalera que dejaba ver el cielo azul de Múnich, las pistas de aterrizaje y, al fondo, un gran bosque.
Al principio no lo vi. Estaba sentado en el banco con Kevin, y delante de ellos estaban Jimi y Sarah, por lo que lo ocultaban. Pero cuando Sarah corrió a abrazar a Marlon, dejó al descubierto a un chico rubio, que se levantó para venir a saludarnos. El corazón me dio un vuelco.
Había crecido muchísimo, pero no tanto como su hermano. Era más ancho que él y musculoso, y tenía el pelo rubio un poco largo. Tenía la misma cara de siempre, los mismos ojos marrones que me habían conquistado cuando tenía doce años. La verdad era que no podía haber tenido mejor regalo de cumpleaños adelantado.
Solo habían venido ellos cuatro: Leon, Kevin, Sarah y Jimi, porque el resto estaba en el sitio a donde íbamos a ir a rodar la película, el cual no me habían querido decir. Pero a mí me bastaba. Me quedé junto a mi madre, Valeria y Javi, mientras todos se saludaban, un poco cortada. Pero en seguida vino Sarah a hablar con nosotros. Se presentó, aunque los cuatro sabíamos su nombre (Valeria y yo porque éramos fans de Vanessa, mi madre de tanto oír hablar de ello en casa, y Javi porque era la única chica), y luego dijo que era una gran admiradora de mi libro y que no podía esperar a la traducción al alemán, así que se lo había leído cinco veces en inglés. Sonreí y me dio un abrazo, pero la verdad era que yo estaba ausente. Mi mirada y mi mente estaban fijos en el chico rubio que abrazaba a su padre.
Después vino Kevin, y después Jimi, los dos muy majos. Ya a los cinco minutos de conocernos estábamos riendo. Envidié en silencio a mi madre cuando dijo que se iba a hablar con Joachim y vi desde lejos cómo le presentaba a Leon. Era el único que faltaba.
-¡Elva!-me llamó mi madre de repente. Tan oportuna como siempre. Solo le faltaba decir “Ven a conocer a este chico tan guapo”, como siempre había hecho cuando era pequeña. Menos mal que Leon no hablaba español. O al menos eso era lo que yo tenía entendido.
-¿Sí?-me giré, y dije con la voz más falsa que pude hacer en ese momento. Sentí mis mejillas arder en el momento en que sus ojos se posaron en mí. Sonrió tímidamente.
-¡Ven!- se limitó a decir mi madre. Me aproximé, mirando al suelo, y la odié eternamente cuando en el último momento se separó de Marlon y Leon con Joachim, yendo hacia un mostrador de información. Menos mal que se iba a quedar cinco días en Múnich y luego vuelta a casa a “cuidar” de mi hermano Raúl. Como si un chico de veinte años como él lo necesitara.
Cuando llegué, miré a Marlon intentando que no se me notara el rojo de las mejillas. Me di cuenta de que Valeria y Javi me habían seguido. Intenté sonreír, aparentando tranquilidad.
-Elva- le agradecí eternamente a Marlon ese gesto-, este es mi hermano Leon.
Me giré para quedar de frente a él y me tuve que contener para no empezar a escanear su cara. Él sonrió más anchamente. Yo sonreí. Un calor inhumano me invadió el cuerpo cuando se acercó a mí tímidamente y me dio un beso en cada mejilla, como solo se hacía en España, demasiado cerca de la boca y demasiado lejos de lo que se conoce por “mejillas”. Sentí arder ahí donde me había besado.
-Encantada-murmuré, sin perder la sonrisa.
-Igualmente-me respondió. Su voz sí que había cambiado. No era para nada la voz que se escuchaba en la última película, aún infantil. Normal, habían pasado cuatro años. Era grave pero sin pasarse, con un fuerte acento al hablar en inglés que ni Marlon ni Joachim habrían conseguido aún intentándolo. Me enamoré perdidamente de su voz con tan solo una palabra.
Con el corazón aún en la garganta, me giré para presentarle a mis amigos, pero Valeria me ahorró el trago autopresentándose. Genial, todo iba sobre ruedas. Excepto aquel maldito rojo que no se iba de mis mejillas. Y no se me fue hasta que montamos en coches separados cinco minutos después, pero volvió cuando Marlon anunció que pasaríamos la noche en su casa.
 google



N/A: si en algún momento leéis Elisa en vez de Elva, lo siento, es que Elisa es mi nombre y a veces se me olvida que en esta historia se llama Elva :))